En estos tiempos donde el emprendimiento está muy de moda, en auge y con todo el apoyo posible principalmente con jóvenes tan activos y emprendedores pareciera que todo debe regirse en crear nuevos servicios y productos, vaya, convertirse en un ser revolucionario, inventor, administrador y negociador exitoso, pero, en verdad ¿Será necesario convertirse en el Alva Edison de la publicidad?
Yo podría decirte que no, no es necesario porque si fuera lo contrario, todos los negocios deberían ser completamente diferentes, ofreciendo siempre productos innovadores, no habría competencia ni oportunidad de mejora constante frente a la presión de diferenciarse ante negocios de giros semejantes o iguales. Imagina qué sucedería si cada negocio debería ser de algo completamente diferente y no pudiera repetirse el giro, habría menos posibilidades de desenvolverse en el medio. Y si crees que esto suena un poco ilógico te aseguro que tiene mucha realidad. Pareciera que lo mejor sería no tener competencia pero de ser así, no habría motivación de mejora, cada negocio entraría en un estado de confort que evitaría un mejor desenvolvimiento de la innovación, el servicio decaería pues nos sabríamos completos dueños del mercado, sin opción a que se contrate el servicio o se adquiera el producto en otro lado. Es entonces cuando ya no suena tan irreal o fantástico el asunto de tener competencia. Pero entonces ¿qué se puede hacer ante tal magnitud de competidores y sabiendo que no siempre se puede tener una idea innovadora de fabricación de un nuevo producto original y sin precedente?
Como seguramente te imaginas ya por el título de éste artículo lo ideal es no inventar el hilo negro y enfocarte en la calidad de tus insumos, de tu fabricación, de terminado, presentación y servicio. Y esto definitivamente no es una oda a la mediocridad y falta de creatividad, definitivamente no lo es, y mucho menos en el medio publicitario donde siempre se espera y se busca hacer todo de una manera original, creativa y sobresaliente. Por ningún motivo en este artículo se sugerirá alejarnos de la inventiva y la lluvia de ideas, de la transformación y la creatividad, al contrario, animamos al lector a siempre reinventarse y mantenerse en la línea creciente de la innovación. Pero mientras eso sucede debes enfocarte en aquello que ya tienes, en el giro y línea de productos y servicio con los que ya cuentas.
Teniendo eso en claro es muy importante saber y reconocer la calidad de nuestro servicio, de nuestros artículos, de su materia prima y su fabricación. En este punto juega indiscutiblemente la honestidad y la autocrítica positiva, por lo cual te dejo las siguientes preguntas:
- ¿El servicio que brindas es el adecuado para tu negocio?
- ¿Tus clientes se van satisfechos con la atención?
- ¿Qué tan frecuente es la recompra de tus clientes?
- ¿Qué porcentaje de clientes nuevos y clientes recurrentes tienes?
- ¿La calidad de tus productos es competitiva?
- ¿Tu política es dar precios bajos sin importar la calidad?
Y son solo algunas de las preguntas que te podrías hacer para evaluar la situación de tu negocio en cuanto a calidad de productos y servicio que estás ofertando.
Si una o varias respuestas no son tan positivas como esperabas significa que hay un foco rojo que deberás atender para poder mejorar. Y si te preguntas el porqué debes conocer esto y cómo va a mejorar tu negocio, la respuesta seguramente ya la conoces y es tan sencillo como saber que un buen servicio, una agradable atención, un producto de primera y que cumple las expectativas siempre es sinónimo de cliente feliz, recurrente y recomendación.
Si tus productos no están siendo fabricados de la mejor manera, si tienes una merma muy alta, si tus entregas no cumplen con lo prometido en tiempo y calidad, si tu atención es deficiente y poco interesada en lo que tu cliente requiere, definitivamente debes cambiarlo ya, este es el momento y debes poner manos a la obra antes de que pierdas más clientes. Nadie espera tener clientes de una sola vez y no volverlos a ver por nuestras malas prácticas, pero si tu pensamiento difiere de ésta aseveración, entonces es muy probable que no te importe mucho tu negocio ni su futuro.
Considera que el dar un buen servicio no significa ponerse de tapete para que nos pisen, un buen servicio es recibir con cordialidad a tu cliente, dar la bienvenida con auténtico gusto porque podríamos tener una venta, un buen servicio se basa en escuchar con claridad las necesidades de tu próximo cliente, comprender lo que te dice, saber lo que busca y ofrecer opciones, un servicio de calidad se refiere a ser empático, tomarse el tiempo de atender y entender. Un buen servicio conlleva amabilidad, porque ese cliente que cotizó y no compró irá a visitar otros negocios donde si no encuentra lo que busca, es muy probable que regrese por tu buen servicio, por tu atención, excelente actitud y tu interés en trabajar en su proyecto.
Combina la calidad de tus productos con la calidad de tu servicio y tendrás contigo siempre la fórmula ganadora, esa que tanto buscabas para tu negocio y no olvides que si bien tienes una idea revolucionaria y transformadora es digno de admirarse y aplaudirse pues eso significaría para ti y tu negocio que podrías tener ingresos formidables y la sugerencia principal sería que no la dejes escapar y la pongas en marcha lo antes posible y siempre con objetivos claros, explota esa idea, materializala, hazla tuya y logra el éxito deseado. Pero, si no logras conseguir esa súper idea no te frustres, sigue por el camino de tu negocio y recuerda que sin importar cuántos competidores tengas en una cuadra, manzana, alcaldía, estado o país, si la calidad de tu producto y servicio son buenos, siempre serás un excelente referente para tus clientes cuya recompra y recomendación te harán llegar a nuevos prospectos. Nunca dejes de lado el poder de un servicio de primera pues clientes felices es sinónimo de clientes recurrentes.
Victor Malváez