Mi esposa se molesta mucho conmigo porque dice que parezco retrato.
“Siempre el mismo pantalón, la misma camisa, el mismo saco, los mismos zapatos. Desde que te conozco.”
No es verdad, pero en efecto, parezco retrato.
Por supuesto que le doy importancia a mi forma de vestir… pero quizás no tanta como a otras cosas.
Tampoco llego al exceso de tener una sola camisa, un pantalón, unos calcetines, un saco, un par de zapatos.Si mi esposa fuera más observadora, jamás me confundiría con un San Francisco de Asís, que se enorgullecía de no necesitar más que un hábito y un par de sandalias para ser feliz.
No es mi caso.
Porque de tiempo en tiempo renuevo mi guardarropa y mi calzado al 100% para andar bien vestido, aunque sin sufrir por las mañanas por decidir qué me pongo. Esto lo sé de antemano desde un día antes, una semana, un mes y hasta un año en fechas especiales.
En esencia, día con día visto de la misma manera: pantalón negro de casimir, playera tipo Polo, también negra; botas de piel del mismo color, saco en gris o azul y portafolios de piel, en donde no traigo más de mi celular, un cuaderno de notas, una sumadora y mi indispensable pluma Mont Blanc, con tinta de color sepia.
Todo de la misma marca, talla y tipo, por una simple razón: no me gusta perder el tiempo buscando en el clóset qué ponerme para salir al trabajo o a la calle cada mañana.
Es igual con el desayuno: huevos pasados agua, dos rebanadas de pan blanco, salsa verde, café, agua fresca y paren de contar.
Podría pasar la vida en una isla desierta desayunando lo mismo a diario, sin hartarme ni aburrirme.
En tiendas departamentales suelo comprar lo que necesito en menos de una hora, y en lugar de una cosa, compro tres, cuatro o cinco iguales, para no regresar en varios meses.
En ese sentido, reconozco parecer un retrato, porque tan sólo en playeras, tengo veinte de la misma talla y de color negro. No se digan rompevientos, que me encantan. Todo fácil de poner y de quitar cada día.
Ignoro que pensaría la señora Jobs de su genial y difunto marido, quien llamaba la atención por el estilo de vestir que mantuvo siempre igual durante décadas: jeans de color azul y playera negra de manga larga y cuello alto.
O qué pensarán las consortes de Mark Zuckerberg y de otros gigantes tecnológicos, a quienes en apariciones públicas, conferencias y entrevistas suele vérseles con el mismo outfit de gran sencillez.
Hoy un científico da una explicación de esta reducción al mínimo en la forma de vestir de ciertas personas.
Según él, éste es el motivo:
“Nuestra vida se basa en tomar decisiones constantemente, una acción que a diario puede resultar abrumadora. Cualquier tipo de decisión consume un poco de nuestra energía, no importa lo mínima que sea. Bajo esta premisa, elegir la ropa a usar es una elección, por lo tanto es un gasto de energía.”
Con base en algunos preceptos del psicoanalista Sigmund Freud, el psicólogo social Roy F. Baumeister define lo anterior como “la fatiga de la decisión”.
“No podemos evitar, dice, sentir un mínimo de fatiga mental con la toma constante de decisiones.”
Este experto ha demostrado “científicamente” que cuantas más decisiones tomemos en el curso de un día, más agotados mentalmente llegaremos al final del día.
Esta sería la respuesta de lo que llama “el enigma del look repetido” de muchas personas que evitan un gasto innecesario de energía vistiendo siempre de la misma manera.
Es el caso de Zuckerberg y de otros genios de la tecnología de punta que prefieren “parecer retratos” en su forma de vestir para concentrar su tiempo y energía en la toma de decisiones sobre asuntos para ellos más complejas e importantes porque pueden cambiar el futuro de sus negocios.
Aunque no por ello se ven como indigentes.
Ignoro si es verdad que ahorrar tiempo y energía en elecciones rutinarias, como al cambiarse de ropa al día u otras de menor relevancia, pueda contribuir a elevar nuestra calidad de vida.
Falso o verdadero, no pienso cambiar de costumbre.
Y no por imitación, porque debido a mi edad, ésta es una práctica que asumí mucho antes que Steve Jobs, Zuckerberg y otros rockstars de la tecnología estuvieran siquiera empollando sus innovaciones.
Ah, tampoco tengo auto: son peores que cambiarse de ropa a diario y cuestan un ojo de la cara.
Pero otro día hablaré de este tema…
José Luis Morales Baltazar
Experto en Dirección de Negocios
holajoseluismorales@gmail.com